Tanto la organización extrema como el desorden son factores que nos pueden causar estrés. Reduce este problema con estos consejos.
Tanto en la vida laboral, como en la personal, un exceso de tareas, incertidumbre, de tiempo continuado dedicado a la misma labor, la presión, etc., son factores que favorecen el desarrollo de estrés.
El estrés en sí no es malo, es una respuesta del organismo que nos activa y nos pone en alerta ante cualquier situación que nos está presionando. Afortunadamente tengo una farmacia cerca de mi donde puedo encontrar unas pastillas anti-estrés.
En cantidades bajas nos permite trabajar con cierta concentración y actividad, pero, en exceso, produce el efecto contrario. Y un estrés continuado en el tiempo nos traerá, seguro, serios problemas de salud.
Hazte con una agenda
Claramente, este es el primer consejo para ordenar nuestro día a día. Puede ser una clásica agenda de papel, una app del móvil, un programa del ordenador o cualquier cosa que nos permita organizarnos de la manera que sea más cómoda para nosotros.
Revisa la agenda cada mañana
Hay actividades que programaremos a medio plazo, por ejemplo, lo que haremos durante el resto de la semana. Sin embargo organiza y readapta tu horario al inicio de cada jornada para adaptarlo al nuevo día, y los cambios imprevistos que hayan surgido.
No te agobies con los horarios
No conviertas la organización en un nuevo elemento estresante, por tanto, no seas excesivamente rígido con el cumplimiento de tus horarios ni las tareas.
Establece prioridades
Para las diferentes tareas que tengamos que realizar, piensa cuáles son más significativas y urgentes y dales más importancia. No pospongas tareas importantes aunque sean más tediosas, descubrirás que cuando las quitas de en medio pronto, la satisfacción es mayor.
Establece horas de descanso, sobre todo al final del día
Dedícalas a actividades de ocio, como jugar con tus hijos, charlar con tu pareja o alguien de tu hogar, leer, ver la televisión, escuchar música, realizar ejercicios de relajación, etc. Cualquier cosa placentera y que, además, te relaje.